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domingo, 9 de enero de 2011

PARA PODER QUERER NECESITO ALGUIEN QUE ME QUIERA.

El hombre llegó a su casa cansado y con olor a carne. Durante toda una jornada habia estado cortando achuras, deseando el regreso al hogar. Una casa solitaria, sin ningún amor a la espera. Hacia siete años que Alberto estaba solo y si a eso le agregamos que los últimos años de su vida en pareja habian sido terribles, esos siete años se convierten automaticamente en diez. Diez años de soledad para un hombre bien dotado por la naturaleza, buena persona, simpático, inteligente. Pero vegetariano. Si, Alberto sabe que en la ciudad de Buenos Aires, es el único carnicero vegetariano. Pero eso es solo una anécdota. El trabajo en la carniceria comenzó de adolescente, ni bien terminó la secundaria y comenzaba sus estudios de Botánica. Un dia leyó un cartel: " Necesito alguien que no solo afile sino que también corte". Alberto se metió en el lugar. " Yo afilo y corto", dijo. De ahi en más comenzó a trabajar, ganando un sueldo interesante que le permitia bancar sus estudios de futuro botánico. Al tiempo conoció a Zulma y la mujer fue muy clara: " Me enamoré de vos por la cuchilla". Ahi comenzó una larga historia de amor que se prolongaria durante casi quince años. Hasta que un dia, mientras los frigorificos se encontraban de paro, y las vacas seguian llegando provenientes de varios puntos de la provincia, la carniceria, debido a su gran amplitud, hospedó a más de 25 vacas que le llenaron el establecimiento de bosta y de sangre. Esas vacas dopadas y a punto de carnear provenian de otro frigorifico de la provincia que también habia entrado en paro. Pero el desorden y el tumulto no fue lo que más sorprendió a Alberto. Fué la tristeza del rostro de los animales lo que pudo con Alberto. " Estas vacas están llorando", se dijo Alberto. Automaticamente tuvo que dejar el plato de vacio que estaba comiendo. Le dió tanta tristeza, tanta tristeza, que pensó: " Carne no como más". Llorando por tantas vacas tristes, emprendió el regreso a su casa y ni bien llegó al hogar, Zulma en desavillé le dijo: " Mi amor, compré estas milanesas, porque son mejores que las de tu carniceria". Alberto contestó llorando: " Carne no como más. Tengo 25 vacas llorando en el negocio". Ese dia fue el quiebre de la relación. Trataron de subsistir unos meses, pero a Alberto se le complicaba ver que mientras él comia un plato de verduras, Zulma devoraba con ansias un bife de chorizo enrrojecido en sangre. Se separaron. Alberto se quedó solo. Pasó el tiempo y al año, después de una soledad agobiante, trató de conocer a alguien que lo acompañe el resto de su vida. Conoció muchas mujeres, y a todas en la carniceria, pero con todas tuvo el mismo problema. Ellas lo citaban en grandes bodegones o en parrillas al paso. A todas les aclaraba: Soy vegetariano. Hasta que un dia, conoció a Mónica. El lugar de la cita lo indicó él: " Te espero en el restaurante que está en Humahuaca 3254". Esa noche, Alberto llegó muy bien vestido, con un ramo de rosas y un traje cremita con un moño abotonado al primer botón de la camisa. " Estás hermoso", dijo Mónica. " Y vos estás muy linda", contestó él. Se dieron unos besos. Se acariciaron. Alberto sintió después de mucho tiempo que por fin esta vez, todo iba a ser como él queria. Se acercó el mozo. "¿ Te parece un Malbec, Moni ?", dijo Alberto. " Si, genial", contestó Mónica. " ¿ Y para cenar?", dijo el mozo." Risoto con vegetales....., ¿ y vos Moni? " Un cortecito de vacio y otro de entraña, los dos jugosos y con guarnición". Alberto se quedó perplejo. El lugar al que la habia invitado era un tipico restaurante vegetariano. "¿ Pero este no es un lugar vegetariano?". " Si, era. Pero hace unos meses el dueño decidió incorporar algunos cortes de carne", dijo el mozo. Pasó un rato. Llegó la comida. Pasó otro rato. Alberto con el codo apoyado en la mesa y su mano en la cara, sin haber probado un bocado, observaba como Mónica muy contenta se llevaba a su boca cada trozo de carne bien jugosa, como ella lo habia pedido. De repente, Alberto se larga a llorar desconsoladamente. " ¿ Que te pasa Alberto ?", dijo Mónica. Enojado Alberto contestó: " No me banco ver como te comés el karma de ese animal!!". Mónica nerviosa vuelca sin querer la copa del Malbec " Fincas Gabriel". " ¿ Que te pasa Alberto, estás loco?", contestó Mónica. " No te das cuenta que te estás comiendo un cadáver?", dijo Alberto. " Que yo sepa a vos te conocí en una carniceria. Ayer me vendiste un cuarto de colitas, enfermo", dijo Mónica. " Que tiene que ver. Es una locura que estés comiendo eso delante mio". Mónica se enojó. Le pegó un cachetazo y le tiró la copa encima del traje. Mónica se fue. El traje cremita y puntilloso de Alberto quedó teñido por el Malbec. Alberto se largó a llorar. Siguió llorando a los gritos durante dos horas. Pagó la cuenta y se fue. Estuvo muchos años asi. Llorando. Pasó el tiempo y se decidió a colgar en un portal de internet un cartel con la siguiente mención: " Soy un carnicero que no come carne. Soy vegetariano. No es un caso raro el mio. Quiero que me quieran para poder querer. Soy un hombre que quiere estar con otra mujer. Soy cariñoso, bueno y bastante sincero. Lo único que quiero es que mi compañera tampoco coma carne, asi podemos disfrutar el mundo juntos. Si me querés conocer, pasá por la carniceria de la calle Palestina 827. Te espero para quererte". Los dias de Alberto son tristes. Lo único que lo mantiene firme es su cuerpo delgado, y la convicción de retomar muy pronto su carrera de Botánica.

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