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martes, 28 de junio de 2011

GRACIELA, LA MADRE MOTOCICLISTA

En el mejor sentido de la palabra, Graciela era una mujer sencilla. Madre ejemplar, maestra de grado de una gran afinidad con sus alumnos, una compañera gigante en su matrimonio, una amiga brillante, y como si esto fuera poco, tenia un gran sentido del humor, incluso en los momentos dificiles. Pero habia algo que a Graciela la acompañaba desde pequeña y nunca se habia dado el lujo de llevar adelante: Su vocación en la conducción de motocicletas. Llegada esta instancia, Graciela sabia que este era su momento. Durante mucho tiempo, Graciela habia ahorrado algunos pesos, sin saber muy bien para qué. Entonces se dijo: Con este dinero voy a comprarme la moto. Fue al Instituto de motos de Universal Technical Institute( Motorcycle Mechanics Institute) a averiguar cual moto podia estar a su altura. A la altura de una gran motocilista que en este momento habia dejado de ser frustrada. Allí se encontró con un tipo, un tal Francisco que le decian el Pajarraco Caga Truenos, que con un chicle en la boca, le dijo lo siguiente: Amiga, la mejor es la Harley Davidson 1200 Nighster. Graciela se la compró. El Pajarraco Caga Truenos, le dijo que estaba por viajar en su moto hacia el norte argentino a comprar Chia, para una dieta para motociclistas todo terreno que le habia recomendado su nutricionista. Le preguntó a Graciela si lo queria acompañar manejando su moto, él en la suya y Graciela en su nueva 1200 Nighster, a lo cual sin chistar y sin pensar, Graciela respondió que si. Emprendieron el viaje. Se metieron en la ruta a una alta velocidad. Graciela se sorprendia al ver que conducia como si hubiese manejado toda su vida. De repente su vestido se le enganchó en la rueda y Graciela quedó totalmente desnuda. La rueda le habia tragado el vestido. Se puso colorada, se tapó como pudo y el Pajarraco como buen caballero conocedor de la mente femenina, le dijo: Chinita, esperame acá.  Al rato el Pajarraco se apareció con una caja llena de ropa de cuero. Y unas botas texanas. El Pajarraco muy vivo, le dijo: Primero ponete las botas. Graciela con su cuerpo desnudo se bajó de la moto y se puso las botas. El Pajarraco la miraba obnubilado. Dejá de mirarme y alcanzame la ropa, le dijo ella. ¿No me das un beso?, le dijo él. Sos loco, estoy casada y tengo dos hijos, le dijo ella. No importa, un buen motociclista siempre lleva una traición encima, le contestó él. Esa frase a Graciela la llenó de ternura y le comió la boca de un beso. Luego se vistió y siguieron manejando. El Pajarraco prendió el audio de su motocicleta y durante horas escucharon "Going to California" de Led Zeppelin. Llegaron al norte y el Pajarraco le preguntó si se queria quedar con él. Ella le dijo que no, y que el beso habia sido solo una anécdota. Ella estaba enamorada de su marido. Se separaron. Graciela siguió manejando. Cruzó Bolivia y llegó a Perú. Se compró un disc man y un auricular, y cambió a Led Zeppelin por Pretty Woman de Roy Orbinson. En el Cuzco le preguntó a un peruano si podia hacer el camino a Machu Pichu en moto. El peruano le dijo muy seguro: : No, imposible. Graciela siguió manejando y llegó a la frontera con Colombia. Allí sintió algo en el pecho. Algo que la comprimia. Se largó a llorar de repente. Se habia dado cuenta de que extrañaba a su familia. Emprendió la vuelta, pero era tanto lo que extrañaba que vendió la motocicleta y se sacó un pasaje en avión. Graciela, la motociclista, ya estaba de regreso a su casa. Pero esta vez vestida de cuero.             

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